EUROPA PRESS
22 marzo 2016
El agua, un aliado
para la piel, sobre todo si no es del grifo
"El
agua es el hidratante por excelencia", ha destacado Eulalia Baselga, dermatóloga de esta entidad que recuerda además
que su aplicación externa también tiene múltiples propiedades ya que
"contribuye a favorecer la penetración de sustancias hidrosolubles, calma
el picor en caso de agua fría, aumenta la elasticidad, evita el aumento de
temperatura de la piel y mejora el aspecto de la piel".
El
agua es el componente mayoritario de la piel, representando el 30 por ciento
del total, por lo que su aporte es esencial para mantener la turgencia y
elasticidad de la misma. De hecho, cuando la piel está deshidratada no puede
cumplir la función de barrera natural que tiene, pierde tersura y favorece la
aparición de eccemas.
La
aplicación externa de agua fría o compresas húmedas produce un efecto calmante
inmediato del picor y disminuye la inflamación de la piel, de ahí que en caso
de quemaduras, urticarias, picaduras de insecto u eccemas sea muy útil, al
tiempo que también sirve para reducir la rojez.
Y
cuando se opta por una ducha de agua fría o poco caliente provoca una vasodilatación superficial inmediata que permite mantener
la temperatura, y posteriormente una vasoconstricción. Por otro lado ayuda a
despertarnos.
Por
contra, los baños con agua termales aportan, dependiendo de su composición,
diferentes minerales a la piel y sustancias de acción antiinflamatoria
probada y de utilidad en enfermedades de la piel como el eccema o la psoriasis.
De
hecho, la también dermatóloga Elia Roó reconoce que
una de las novedades estrella que se suelen utilizar en tratamientos de belleza
en la actualidad y concretamente en aguas termales es poner este tipo de agua
para un buen maquillaje.
"Las
aguas termales se suelen poner encima del cosmético para fijarlo", ha
especificado la doctora, así como después del 'peeling'
"para calmar la piel".